Un acuerdo histórico para Gaza: EE.UU., Qatar, Turquía y Egipto firman declaración conjunta en Sharm el-Sheikh

La Casa Blanca difundió el documento firmado por Estados Unidos, Qatar, Turquía y Egipto que busca poner fin al conflicto en Gaza y promover la paz, estabilidad y prosperidad en la región.

La Casa Blanca publicó el lunes por la mañana el acuerdo firmado en Egipto para avanzar hacia la paz en Oriente Medio, denominándolo “Acuerdo de Paz de Trump”. Este documento fue suscripto por el presidente estadounidense Donald Trump junto con los líderes regionales: el presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi, el emir qatarí Tamim bin Hamad Al-Thani y el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan. En el texto se celebra un “compromiso verdaderamente histórico” de todas las partes para implementar lo acordado.

El acuerdo destaca el compromiso de poner fin a más de dos años de conflicto y presenta una visión para la región basada en “la esperanza, la seguridad y una visión compartida de paz y prosperidad”. Sin embargo, el documento ofrece pocos detalles concretos sobre los pasos a seguir. En sus palabras, “entendemos que una paz duradera será aquella en la que tanto palestinos como israelíes puedan prosperar con la protección de sus derechos humanos fundamentales, la garantía de su seguridad y el respeto de su dignidad”.

Los firmantes expresan su respaldo a los “esfuerzos sinceros del presidente Trump para acabar con la guerra en Gaza y traer paz duradera a Oriente Medio”. Se comprometen a implementar el acuerdo de manera que garantice “la paz, seguridad, estabilidad y oportunidad para todos los pueblos de la región, incluidos palestinos e israelíes”. Además, el texto subraya que “el progreso significativo surge a través de la cooperación y el diálogo sostenido” y que “fortalecer los lazos entre naciones y pueblos sirve a los intereses perdurables de la paz y estabilidad regional y global”.

Uno de los aspectos destacados es el reconocimiento de “la profunda significancia histórica y espiritual de esta región para las comunidades de fe cuyas raíces están entrelazadas con la tierra”, mencionando el cristianismo, el islam y el judaísmo. El acuerdo enfatiza que “el respeto a esas conexiones sagradas y la protección de sus sitios históricos debe permanecer como eje central en nuestro compromiso con la coexistencia pacífica”.

Los líderes manifiestan su unidad en la “determinación de desmantelar el extremismo y la radicalización en todas sus formas”, señalando que “ninguna sociedad puede prosperar cuando la violencia y el racismo se normalizan, o cuando ideologías radicales amenazan el tejido de la vida civil”. En este sentido, se comprometen a “abordar las condiciones que permiten el extremismo y a promover la educación, la oportunidad y el respeto mutuo como cimientos de una paz duradera”.

El documento también reafirma el compromiso de “resolver las disputas futuras a través del diálogo diplomático y la negociación, y no mediante la fuerza o el conflicto prolongado”. Destaca que “Oriente Medio no puede soportar un ciclo persistente de guerra prolongada, negociaciones estancadas ni la aplicación fragmentaria, incompleta o selectiva de términos logrados”. Los líderes recuerdan que “las tragedias presenciadas en los últimos dos años deben servir como recordatorio urgente de que las generaciones futuras merecen algo mejor que los fracasos del pasado”.

El acuerdo establece como objetivo “buscar tolerancia, dignidad y oportunidad igual para todas las personas” y asegurar que “esta región sea un lugar donde todos puedan perseguir sus sueños en paz, seguridad y prosperidad económica, sin importar su raza, fe o etnia”. Los firmantes asumen la tarea de promover “una visión integral de paz, seguridad y prosperidad compartida en la región, basada en los principios de respeto mutuo y destino compartido”.

Finalmente, la declaración destaca “el progreso alcanzado en el establecimiento de acuerdos de paz duraderos y comprensivos en la Franja de Gaza, así como una relación amistosa y mutuamente beneficiosa entre Israel y sus vecinos regionales”. Los dirigentes se comprometen a “trabajar colectivamente para implementar y sostener este legado, construyendo cimientos institucionales sobre los cuales las futuras generaciones puedan prosperar juntas en paz”.

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